Uso de la Bicicleta: un claro ejemplo de la necesidad de Salud en Todas las Políticas


El 19 de abril se celebra el Día Mundial de la Bicicleta, una fecha para recordar las innumerables ventajas de utilizar este medio de transporte sobre la salud, el medio ambiente y poner la atención en los derechos de las personas que lo utilizan.

La bicicleta combina a la perfección las ventajas de un vehículo privado: rapidez, libertad y versatilidad, con las ventajas sociales, económicas y ambientales del transporte público: es apta para prácticamente todas las edades, tiene un coste muy asequible, no consume combustibles fósiles y no contamina ni hace ruido. Además de mejorar la salud de las personas que la utilizan.

Entre las muchas ventajas que sobre la salud tiene el uso de la bicicleta encontramos la mejora del sistema cardiovascular, de la capacidad pulmonar, reducción de colesterol en sangre, del porcentaje de grasa corporal o incremento de la masa ósea entre otras.

A pesar del amplio reconocimiento de los beneficios para la salud, ambientales y sociales de la bicicleta, su uso actual en nuestro país es realmente muy bajo, con un porcentaje de un 3% de uso como medio de transporte en movilidad diaria. Lejos quedan países como Holanda, con un 36% o Dinamarca, con el 23%.

Solemos entonces preguntarnos, ¿cuáles son las razones que hacen que las personas no se decanten por esta conducta tan saludable y con tantos beneficios? Y volvemos una vez más a poner el foco de la responsabilidad de las conductas individuales, en el individuo. Lógico ¿no?

Usar la bicicleta es algo que una persona decide o no hacer, al igual que el resto de las conductas relacionadas con salud, como alimentarse de una forma saludable, utilizar métodos de protección en las relaciones sexuales, salir a caminar… las personas decidimos libremente sobre nuestras conductas. Releo esta última frase porque algo no me encaja y no encuentro faltas de ortografía…A ver ahora... ¿las personas decidimos libremente sobre nuestras conductas? Sí, parece que ahora me encaja más.

Quienes trabajamos en el ámbito de la Salud Pública tenemos muy claro la importancia que, sobre las elecciones individuales de las personas, tienen aspectos relacionados con las condiciones de vida, de trabajo, de infraestructuras en las que esa persona vive. Esos factores que harán que los estilos de vida elegidos por la persona se inclinen, con más o menos facilidad, a los saludables.  Hablamos desde un Modelo de Determinantes Sociales de la Salud, un enfoque que expande la atención a la salud desde los centros sanitarios, a las comunidades, a los centros de trabajo, a los ámbitos educativos…a los lugares donde las personas ganan y pierden su salud.

Este modelo también descarga en su justa medida a la persona como única responsable de sus conductas. No nos son ajenos ni lejanos debates donde se cuestionaba la pertinencia de gravar económicamente con mayores impuestos a personas fumadoras o con obesidad, por ejemplo, dado el mayor coste sanitario que ocasionaban al sistema con sus acciones voluntariamente elegidas. Sin embargo, desde un enfoque de determinantes en salud, entendemos que, aunque la persona es la que decide qué hacer o no, en los elementos que tiende a considerar para decidir, los refuerzos que una posible conducta le proporciona, los valores a los que socialmente se asocia un comportamiento…todas esas variables sobre las que la persona basa su elección, están fuertemente influidas por la estructura macro social en la que la persona vive.

En la conducta que nos ocupa, ¿que las personas decidan utilizar la bicicleta como medio de transporte y ocio depende exclusivamente de ellas?

Informes o estudios sobre la promoción de la bicicleta como la Guía de Políticas deMovilidad Ciclista de Gipuzkoa, Navarra y Pirineos Atlánticos o el Estudio sobre las estrategias de promoción de la bicicleta en las ciudades españolas realizado para la DGT en Julio de 2015, arrojan algunas de las razones que las personas aluden para no hacer uso de la bicicleta como medio de transporte habitual. Encontramos diversos prejuicios y creencias sobre el uso de la bicicleta (no tengo edad, no está bien visto, clima inadecuado…), y también importantes condicionantes vinculados a la infraestructura o seguridad. El diseño de vías concebidas pensando exclusivamente en los desplazamientos motorizados; la creciente inseguridad vial que genera el tráfico automovilístico a peatones y ciclistas; el desarrollo de unos transportes colectivos que excluyen su combinación con la bicicleta; el progresivo valor que socialmente se le adjudica al automóvil como símbolo de status económico y del progreso personal; la creciente pérdida de prestigio social de la bicicleta, asociada a la idea de pobreza, juguete o utensilio deportivo; son todos ellos factores que van mermando la promoción del uso de la bicicleta.

Como señala Margot Wallström (Comisaria europea de Medio Ambiente de 1999 a 2004) “los peores enemigos de la bicicleta en el medio urbano no son los coches, sino los prejuicios en contra de su uso como medio de transporte habitual”.

Es por ello que las políticas deberían dirigirse a modificar esa cultura de la movilidad imperante. Dar relevancia y prestigio social a las opciones alternativas al automóvil y, en este caso, a la bicicleta, así como ofrecer posibilidades para experimentar su uso, estimulan un círculo de cambios personales y colectivos hacia un modelo de movilidad más sostenible y que promociona la salud.

Vale la pena hacer esfuerzos en esta dirección, para acelerar el cambio de mentalidad aprovechando que la concienciación por el respeto al medio ambiente y la exigencia de unas mejores condiciones de calidad de vida en las ciudades está aumentando significativamente. En definitiva, y una vez más, hacer fáciles las opciones saludables.


Eva Mª Carranza MirandaTécnica de Promoción de Salud Unidad de Gestión Clínica Vigilancia, Prevención y Promoción de la SaludÁrea de Gestión Sanitaria Norte de Jaén



Comentarios

  1. El cambio social propicia el cambio normativo, y las normas consolidan el cambio social. El cambio en la percepción de la bicicleta como elemento de transporte ( o andar ) es fundamental para provocar cambios en nuestras ciudades y pueblos. Por eso, la promoción a nivel local de actividades de fomento de la bicicleta o la creación de infraestructuras que parecen impuestas, son necesarias para impulsar el cambio social. Son pequeños escalones que vamos subiendo fundamentales para conseguir el cambio perseguido.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario